Después de que le robaron el auto a su abuelita, Katherine Allen envió varios mensajes de texto al teléfono de la ancianita, que estaba adentro del vehículo. Eventualmente los ladrones respondieron a los mensajes ofreciendo dinero por el auto sustraído, y la astuta y rápida mensajera de SMS contactó a la policía. Una vez con el dinero en la mano, en el lugar acordado, un policía arrestó a los malhechores, quienes ahora se encuentran bajo rejas. No hay como culparles; si pretenden ganarse el pan de cada día robando es porque definitivamente no son muy inteligentes.
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